Hace poco, revolviendo entre los
artículos publicados hace ya muchos años, me acordé de algo que publiqué en el
diario ABC hace casi 18 años de cuyo
título no me acordaba pero que al volverlo a leer me di cuenta de que reflejaba
la problemática actual de nuestro sistema socio-económico casi de forma
idéntica a como lo platearíamos ahora.
Ya entonces, algunos planteábamos
la evolución hacia una nueva forma de trabajo basada en la creatividad y la innovación
como bases esenciales para diferenciar nuestro valor a añadir. Planteábamos la necesidad de las iniciativas
(emprendedores) personales que, bien dirigidas, fomentaran el intraemprendimiento, y dieran lugar con el tiempo, a la formación de unidades
de negocio e incluso iniciativas propias como empresarios.
La mayor parte de mi vida profesional,
ya con 40 años de recorrido, la he dedicado a consolidar esta nueva forma de
trabajo, y puedo deciros que conforme ha ido avanzando mi experiencia, -y son
muchas las empresas con las que he trabajado-,
se ha ido imponiendo definitivamente una nueva forma de trabajo que
implica dar lo mejor de cada persona, haciendo lo mejor que se sabe hacer, y desarrollando
sus propios objetivos.
Hoy en día, las empresas
necesitan por encima de todo, buenos consejeros y asesores, que aporten un gran
valor añadido y ayuden a conseguir los objetivos de empresa haciéndolos también
suyos, que tengan un coste mínimo, y sean recompensados fundamentalmente por
sus resultados y éxitos. Si hemos aprovechado mínimamente nuestro tiempo y nos
hemos ganado la confianza de los que nos rodean, dispondremos a lo largo de nuestra vida profesional,
de importantes oportunidades para
desarrollar nuestra propia iniciativa con éxito.
José Manuel Nistal Bartolomé,
Enero 2014
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